jueves, 24 de diciembre de 2009

Carnivale: polvo y magia negra






Cuando el mundo comenzaba a revolucionarse con la llegada de esa misteriosa serie llamada Lost , HBO estrenaba un proyecto tan ambicioso como utópico. En los incipientes foros sobre series en los que se debatía sobre si había monstruo o no había monstruo en la isla, de vez en cuando alguien terminaba su intervención con un: " Atención con Carnivale, que es Lost elevado al cubo". Probablemente Lost y Carnivale no tengan absolutamente nada que ver ( bueno, al menos no tenían nada que ver hasta la season finale de la quinta temporada de Lost), pero si Lost se hubiera hecho en HBO, probablemente compartirían muchas características. Vale, y si yo tuviera ruedas sería una bicicleta. Yo, con mis 16 añitos con los que comencé a ver Lost, leía los comentarios de Carnivale y hacía caso omiso a las recomendaciones. Leyendo sinopsis y opiniones me parecía demasiado elevado para mí. Ahora, con el paso de los años y la, inevitable, maduración personal, comienzo a ver Carnivale.



Carnivale nos sitúa en la América profunda de la Gran Depresión. Recurramos al imaginario colectivo: mucho polvo, casas de madera derruidas, enfermedad, miseria. Una gran crisis que, como todas las situaciones de desgracia, vio nacer (bueno, más bien desarrollarse) a grandes autores de la literatura universal como Steinbeck, Dos Passos o Scott Fitzgerald. En medio de esta Gran Depresión, Carnivale nos habla de una feria ambulante ( tan destrozada como su contexto) repleta de personajes extravagantes, y de la lucha entre el Bien y el Mal que se produce a la sombra de sus carruajes.

Carnivále bebe, pues, de multitud de referentes de todo tipo. Leyendo críticas por Internet encuentro continuas alusiones a Twin Peaks. Yo, que sólo había leído la sinopsis antes de ponerme con el piloto, no podía relacionar el argumento de una y otra serie. Pero claro, la primera imagen que vemos de Carnivale es un primer plano de Michael J. Anderson el icónico enano de Twin Peaks.



En un intenso monólogo en el que da una justificación mitológica y teológica del nacimiento de la creencia en la razón, nos introduce en la materia de Carnivale. Filosofía, religión y siniestros toques de fantasía.


Tras el prólogo de Anderson, la serie comienza con una angustiosa escena hiperrealista y tremendamente descriptiva en la que vemos como el joven protagonista cuida de su madre, en los últimos momentos de su vida. Probablemente sea porque lo he leído recientemente, pero mientras veía la escena no podía parar de pensar en John Kennedy Toole y "La Biblia de Neón", su primera obra. Una historia, en el contexto de post-depresión, sobre el nacimiento del american way of life, de la miseria de los renegados y una crítica a la religión ( y al sistema de predicadores) que también está presente en Carnivale. Una descripción del sur de EEUU, casi más literaria que cinematográfica, a pesar de que no haya ni una sola palabra de diálogo durante la escena.

El desarrollo narrativo de la serie es de un ritmo tremendamente pausado. Predomina la descripción en todo momento, a pesar de que la historia es profunda y contundente. Los referentes van y vienen a cada paso que da la serie. No podemos evitar pensar en Freaks cuando nos introducen a los personajes de la feria ambulante: Dos hermanas siamesas, la mujer barbuda, strippers, un gigante ( que, por cierto, es Matthew McGrory, ya fallecido, a quien vimos en Big Fish y que en su momento fue el hombre más alto del mundo), y el personaje ( o pareja de personajes) más atractivos de la feria: una adivina que se comunica con su madre (aparentemente vegetal) telepáticamente. La fantasía es constante en la serie. Se plantea desde el comienzo que lo sobrenatural existe, aunque se muestra de forma tan sutil que hasta al espectador más "puritano" le parecerá lógico. Es cierto que hay ciertos momentos en los que el guión se vuelve forzado debido a esta fantasía ( las escenas de comunicación telepática entre la madre y la hija son demasiado tópicas, y repetimos, forzadas). Al margen de los poderes "mágicos" de los habitantes de la feria, encontramos la esencia de la serie en el protagonista de la serie. El Jesucristo del desierto ( No continuaremos por aquí, para evitar spoilers mayores).



Como decía antes, la presencia de la religión y de los predicadores americanos se personifica en otro enigmático personaje. Un predicador con dotes de profeta que protagoniza las escenas más siniestra, que sí que nos recuerdan ya a Twin Peaks por su carácter onírico y tremendamente surrealista, pero que pueden volverse en visiones tremendas y ciertamente inquietantes ( me refiero a una escena en concreto, en el segundo episodio, protagonizada por el dueño de un hotel y el profeta. De lo más bestia (moralmente) que he visto en televisión en bastante tiempo).

Dicen que Carnivále fracasó, precisamente, por su tremenda ambición. Era un proyecto ingente, que no se definió en un comienzo ( mezclar thriller, terror, teología y la Gran Depresión era demasiado incluso para HBO), y que le causó la cancelación de la serie tras dos temporadas. Y es que a pesar de que el piloto fue el estreno más visto de HBO ( hasta que llegó True BLood), la audiencia fue cayendo. Una vez estabilizada la audiencia, no era un mal dato, pero cualquiera que se acerque a Carnivale descubrirá desde el primer segundo que la ambientación es asombrosa. Y esta increíble ambientación ( que le regaló 4 emmys) se traduce en un presupuesto desorbitado. Dicen las malas lenguas que cada episodio costaba alrededor de 4 millones de dólares. Creo que es lo mismo que gasta Física o Química en ambientar su instituto.

Aprovechad las vacaciones de navidad para ver Carnivále. Yo la recomiendo vivamente habiendo visto apenas tres episodios. Es cierto que es una serie que exige mucho más del espectador que la mayoría de producciones, y que el ritmo es lento y, repetimos, muy descriptivo, pero al final de cada episodio tienes esa sensación de haber terminado un buen libro. Esas historias tremendas que, muchas veces, cuesta leer, pero cuya recompensa merece la pena.